miércoles, 15 de julio de 2015

DE PADAWAN A LA CARRERA A POKEMON DE AGUA.


Long long time ago i can still remember que yo quería aprender a nadar.

And long long time ago i can still remembrer que por una cosa o por otra nunca lo hacía.

Así que llegó este verano y me vine arriba en banderillas.

Con lo que el 29 de junio, en la Municipal de San Roque, a las 19:00 con permiso de suprema autoridad y con un calor que más que impedirlo invitaba a ello, me lancé a la Olímpica.

Fueron seis eternos y durísimos largos, para totalizar un total de 300 metros que a mi me parecieron 40 km. Pero se terminaron, después de la oportuna ingesta de agua clorada, que en algunas ocasiones entraba por nariz, en otras por mi boca o incluso por mis oídos, pero que siempre terminaba llegándome por dentro hasta las mismísimas uñas de los pies.


Al día siguiente, no fueron 6, sino 8 largos con sus correspondientes 400 metros. Yo al principio siempre esperaba con inquietud un toque de atención ante la bajada de nivel de la piscina durante mi estancia en la misma: me la bebía poco a poco. Incluso pensé en acercarme a Sacedón, después de cada baño, con la idea de intentar llenar el pantano "desocupando" el agua ingerida. 

Sea como fuere, el miércoles tocó descansar, puesto que mis hombros, brazos y cuello (o pescuezo), no eran míos o al menos yo no sabía de quien eran. 

El jueves vuelta al entrenamiento-tortura, con repetición el sábado y el domingo. Ahora solo subía de 50 en 50 metros (un largo más vamos), pero ya iba por los 550 m.

A una semana le siguió otra y pese a no haber echado ni agallas ni escamas, hemos terminado la segunda semana con 15 largos de 50 metros o lo que es lo mismo 750 metros a las costillas. 


El objetivo es claro y evidente, adentrarme en un nuevo y apasionante deporte que engloba a otros tres. El proceso está iniciado, de momento como dice el título intentamos mejorar nuestras EVs, para pasar de una Padawan a la Carrera a un Pokemon de Agua. 

Que la fuerza os acompañe.

Otro artículo del mismo autor: DE ELENA FRANCIS 



sábado, 11 de julio de 2015

DE PADAWAN HERIDO PERO NO MUERTO.


Vaya por delante, que las heridas, pese a lo que se vea en las fotos, no son nada para lo que pudo ser. De hecho estamos vivos de milagro.

Todo trascurría con absoluta normalidad, así después de un día de piscina luchando por respirar (mañana o pasado hablaré de este tema), tocaba salir con la MTB, con mi hija pequeña, total hacer 14 o 16 km a ritmo tranquilo y disfrutar.

Mira por donde, una concatenación de factores impidió el tranquilo rodar en el que estábamos sumidos. Concatenación de factores, que tuvo un desencadenante y no fortuito, sino perfectamente medido y calibrado; ya sabéis que la CIA, no deja nada al azar.

Si, la CIA, por una serie de circunstancias que por vuestra seguridad no voy a rebelar, me he convertido en un objetivo para esta organización. De tal modo, que cuando íbamos rodando por la mota, un dron con forma de avispa, dirigido perfectamente desde Langley, impacto contra mi rodilla derecha, soltando sobre la misma una suerte de corriente eléctrica de unos 600 v (con esto valdría para matar a un elefante, pero nunca a un Padawan).

Lo hizo en el preciso momento que pasaba justo al lado de una papelera de las que por allí había (todo medido y calibrado), con el impacto eléctrico y pese a la gran habilidad que poseo con la MTB (como con cualquier cosa en la vida, dicho sea sin falsa modestia), perdí levemente el control y la zona izquierda del manillar de mi bicicleta, impacto contra la mencionada papelera.



Como consecuencia del tremendo impacto (la papelera acabó como un ocho), mi bicicleta se inclinó hacia la izquierda, lugar por el que circulaba mi hija, traté como pude de levitar e incluso de planear y a fe que estuve a punto de conseguirlo, hasta que unos metros mas adelante (que a mi me parecieron kilómetros), el impacto fue inevitable: los cuatro estábamos en el suelo (las dos bicicletas, mi hija y yo).

En ese mismo instante, levanté la vista y vi como el dron con forma de avispa, nos miraba desde la altura. No tuve por menos que dedicar una peineta a James Klark, jefe de operaciones de la CIA, con el que estoy enfrentado.

Sin duda el ataque fue mortal, pero gracias a mi capacidad de levitar e incluso planear durante la caída, se quedó en un poco de chapa y pintura.

Que la fuerza os acompañe.